28 de enero de 2015

Un táper de sopa caliente y promesas




Hoy cambio un poco de tercio y os escribo un mini relato sobre el amor y las expectativas.

"Comenzaban algo que parecía que podía ser una bonita historia. Ella aún no le había dado nada, o casi nada, unas cuantas tardes, unas cuantas noches. Alguna risas, algunas confidencias.

Ella se resfrió aquel invierno. Nada grave. No esperaba nada. Curarse con dosis de telebasura y pizza congelada. Se había acostumbrado a estar sola y no estaba mal. Pero él llamo a la puerta. Allí estaba con un táper de sopa caliente y una sonrisa. No se quedó mucho, lo suficiente para decir no estás sola, aquí tienes la sopa, aquí tienes mi abrazo. Y ella se quedó con el taper pensando que eso es lo que quería, alguien capaz de perder un rato de su tarde por llevarle una sopa, por comprarle un medicamento, por darle un abrazo en los días de ojeras y mocos. Alguien capaz de cuidar los detalles y ponerse en su piel. Alguien con quien sentirse segura y protegida en los días de fiesta y rosas y en los días de cansancio y abatimiento. Y decidió que valía la pena, y lo apostó todo.

De esto ya ha pasado mucho tiempo, y muchas cosas han erosionado a aquellas dos personas que empezaban esta historia. Ya no son los mismos, supongo. Al menos ella ya no lo es. Ahora ella sí espera porque ahora siente que ha dado mucho, que ha dado todo. Y no hay nada más demoledor para el amor que las expectativas. Ahora ella se siente más sola que cuando estaba sola porque se ha acostumbrado al calor de su cuerpo. Ahora le duele más estar sola porque sabe que la felicidad existe a su lado.

Espera que la arrope y la mime, que la despierte con café caliente y los niños vestidos. Se encuentra mal, tiene fiebre, cansancio acumulado, duerme sola y se levanta sola. Quiere que él llame a la puerta con su taper de sopa caliente, sin que se lo haya pedido, por sorpresa, porque quiere, porque le apetece, sin presiones, con ganas. Pero no lo hace, ya no le sale. También está cansado y solo. Y ella se mete más en su coraza y en su dolor, y no puede evitar sentir que se lo debe, que se lo prometió con aquel táper. Tal vez sea injusta con él, tal vez debería ser más agradecida. Tal vez su error fue tener demasiadas expectativas."



9 de enero de 2015

Año nuevo, energías renovadas y esperanza






Estas dos semanas de vacaciones navideñas han dado para todo, días de barullo agotador con primos, tíos y abuelos; fin de semana largo en el paraíso con mi marido (con bañera gigante y sin niños!!); episodios extemporáneos y absurdos de la super ex y madre; días de abrazos y besos entre cinco y conversaciones enriquecedoras, de las que pesan; kilos de mazapán y exceso de juguetes.

Han sido unas Navidades, simplemente, felices. Nuestro equipo, como últimamente llamo a mi familia, sigue consolidándose y fortaleciéndose y cada día tengo la sensación de que las intromisiones externas y las ganas de hacer daño afectan cada vez menos. No digo que el 2015 no nos traiga episodios amargos, ni que todo está ya hecho. Soy consciente de que cuando los niños crecen las situaciones serán más complicadas, en la medida en que sus problemas serán más difíciles de resolver y ya no bastará una piruleta o un rato en el cine para arreglar las cosas. Que la madurez y la pre-adolescencia que ya se asoma en "la peque" nos retarán a ser mejores padres y mejores madrastras, que las ganas de autoafirmación y de aprender de mi chiquitina tentarán a nuestra paciencia, y que mi bebé ya ha dejado de ser un bebé y su lucha por su espacio entra a veces en colisión con el mío. Pero, aunque cansada y con algunos dolores, he empezado el año con ganas y energías. Llena de vida y de confianza en mi proyecto vital y en mi familia.

Además este enero nos ha traído la esperanza en forma de borrador de Ley. Parece que después de años de lucha y esperas judiciales, la nueva Ley sobre el Ejercicio de la Corresponsabilidad Parental, que el Gobierno dice que quiere presentar en las próximas semanas (que espero no sean meses), establecerá la custodia compartida de los hijos de padres separados como una opción más, la más frecuente y la más natural, y no una excepción.

Deseo de corazón que la Ley tarde lo mínimo y la custodia compartida sea el regalo de este 2015 para muchos niños que aún viven pensando que sus padres son menos aptos que sus madres. Que llegue a casa de todas las madres separadas que se han opuesto hasta el momento y que les haga callar y  bajar sus ínfulas de diosas infalibles. Deseo que este país comience el año con una apuesta clara por la igualdad real. Y deseo, por supuesto,  que la custodia compartida llegue a mi familia y que los abusos de poder que sostiene la custodia monoparental de la madre se limiten al mínimo.

Espero poder seguir contando con todos vosotras este año y que sigamos compartiendo vivencias, alegrías, dudas y tristezas a través del blog. Sin vosotras este grito al vacío carece de sentido.

Y ahora contadme, cómo os ha ido la Navidad vosotras? Qué tal el comienzo del año?