El día del padre nunca había sido muy importante para mí,
más allá de felicitar al mío, darle algún regalito y poco más. Ahora que soy
madre y madrastra, y sufro cada día la injusticia y la desigualdad de un padre
que no puede ver a su hija mayor todo lo que desearía, este día tiene una simbología
especial.
Es un día de reconocimiento de una figura que siempre se
pone en duda, que, nosotras, las mujeres, hemos calificado de menos importante:
“que no saben”, “que no quieren”, “que tienen otras prioridades”… pero la
verdad es que en muchos, muchísimos casos, NO LES DEJAMOS SER PADRES.
Ellos le ofrecen a los niños una visión del mundo, una
forma de amar, un apoyo, una sonrisa, una mirada que es IGUAL de importante que
todo aquello que les proporcionamos las madres. Lo siento, pero para luchar por
una IGUALDAD REAL, hay que considerarse primero IGUALES. Es decir, los hombres
tienen las mismas capacidades y voluntades de educar, criar y amar a un hijo.
El hecho biológico de que no puedan parir no le quita valor a todo su esmero,
dedicación y amor. Poder parir no nos convierte en mejores madres ni personas,
no nos da el don de la infalibilidad, no nos convierte en dueñas de nuestros
hijos.
Estar embarazada y poder dar a luz a un hijo es una experiencia
increíble que siempre llevaré conmigo (cada una distinta y maravillosa) y que considero
un lujo y un privilegio que no pudo tener el padre de mis hijos (por razones obvias!!). Pero llevar a mis hijos en mi panza gorda 9 meses y apretar hasta la
extenuación en un paritorio no me convirtió automáticamente en madre. Ser MADRE
es mucho más. No nos creamos mejores que los hombres por algo que es un regalo
de la naturaleza, de la biología o llámalo como quieras.
Yo le hago mejor la coleta a las niñas (de eso no hay
duda) y soy más ordenada y detallista. Su padre lee cuentos mejor que yo y es
mucho más paciente cuando se sienta a hacer los deberes.
Hay cosas que yo no puedo darles por personalidad, por
género, por prisma de vida… pero la suerte que tienen mis hijos es que tienen un
PADRE. Así con mayúsculas. Y no sé si ese hombre me acompañará siempre en este
viaje pero estoy segura que siempre acompañará a sus hijos. No sé si nuestra
relación se agotará un día pero sé que siempre serán padre e hijos.
“La peque” tiene el mismo padre que mis hijos y su PADRE
se involucra, si cabe, más con ella que con nadie más. Lucha cada segundo para
verla, para apoyarla en todo, para guiñarle un ojo desde un asiento del salón de
actos del cole. Pero la madre de “la peque”, simplemente, no le deja ser padre.
Sabe que es un buen padre, sabe que padre e hija se adoran, hasta van juntos a las
reuniones del cole… pero frente al juzgado ha escrito “padre ausente que nunca
se ha ocupado de su hija”…Qué golpe más duro (no podéis imaginar el dolor que produce
esta frase tan corta)… Resultado: fines de semana alternos y un día entre
semana. ¿Cómo se puede ser tan ruin? Se puede si te importa más obtener
dinero y tener el control de tu hija que su propia felicidad y los derechos de
padre e hija de tener una relación.
Hoy más que nunca estoy segura que mi pre-acuerdo de custodia
compartida de mis dos hijos es por el bien de los niños. Siempre será mejor que
reciban doble de amor, doble de besos, doble de apoyo, dos visiones de las cosas,
dos formas de entender la vida. Yo, desde luego, no me considero lo
suficientemente perfecta para pensar que lo que yo les doy les cubre todas sus
carencias. No soy tan “guay”. Simplemente
aprendo a ser madre cada día y cada día me doy cuenta que PADRE y MADRE son necesarios
e igual de importantes.
Feliz día del PADRE
a todos los papis, a pesar de que hoy no os traigan del cole un regalito y
tengan que pasar días para que veáis a vuestros hijos. Vuestro papel sigue
siendo importante en la vida de vuestros hijos. No os rindáis.
¡CUSTODIA
COMPARTIDA YA!