15 de octubre de 2012

Reflexiones infantiles antes de dormir


El dibujo es de aquí


La hora del cuento nocturno ha llegado y lo que hasta hace poco se limitaba a una lectura repetida de historias infantiles sobre hadas y superhéroes ahora se ha convertido en un ratito de conversación cálido y tierno antes de irse a dormir.

Os pongo un poco en antecedentes. Tienen 4 y 7 años. La mayor es compañera de clase de "la peque" y además nosotros somos amigos de sus padres y salimos de cuando en cuando a pasear o comer juntos. Conocen el entorno de  'la peque" tal y como es ahora, es decir, nunca han visto a los padres de "la peque" convivir como pareja y yo siempre he estado ahí.

- "Mami, ¿dónde está mi segunda mamá?" Pregunta el chaval a su madre tumbado sobre la cama.

- "¿A qué te refieres, cariño? ¿Qué segunda mamá? Tú solo tienes una mamá y soy yo". Dice la madre algo sorprendida por la pregunta de su hijo pequeño.

- "Pues a mi segunda mami. Igual que "la peque", la amiga de mi hermana,  tiene dos mamis yo también quiero tener dos". Argumenta el niño.

- "Pero ella no tiene dos mamás. Tiene sólo una, la que tú ves muchas veces en cole por las mañanas. Y luego está 'Ella', que es la mamá de su hermana y la mujer de su papi". Trata de explicar su madre.

- "Pero 'Ella'' la cuida como una mamá, o sea, que es como una mami".  Continúa el niño.

- La mayor entra en la conversación desde su cama, dejando su libro encima del regazo. "Pero entonces, ¿'Ella' quién es para mi amiga?"

- "Ella es…su madrastra". Termina diciendo su madre a sabiendas de que el término suena fatal.

- "No mami, ¡Ella no puede ser su madrastra!!" Exclama la niña…"Ella no es mala, es muy buena y simpática".


En los tiempos que corren donde hay muchas parejas rotas y familias recompuestas habría que explicar más a menudo qué papel ocupa cada uno, sin miedo a los estereotipos. Los niños son mucho más abiertos que nosotros y su capacidad de amar sin juzgar, es sin duda, mucho mayor que la nuestra.

PD: Este post se lo dedico  a los hijos de unos amigos, que, sin saberlo, me han hecho sonreír con su tierna visión de la vida.



11 de octubre de 2012

Agotamiento post-vacacional



Hace tiempo que no escribo. No es que no me pasen cosas, no es que reflexione, no es que no tenga nada que contar. Creo simplemente que estoy cansada. O tal vez también atascada. Tal vez ambas cosas.

Lo que pasa es que pasan demasiadas cosas.

Las vacaciones han sido intensas, muy intensas. Familia al completo -con abuelos, tíos, sobrinos y demás-, convivencia durante dos semanas, distintas perspectivas sobre el mundo, sobre cómo educar a los niños…Agotador (esto ya os lo contaré en un post – o en varios – otra día, porque da para mucho).

Y la vuelta ha sido gloriosa. Desde comienzos de septiembre, casi cada día, la madre de "la peque" se ha colado en nuestra rutina diaria con un plan, con un cambio de plan, con varias visitas médicas, con sms, con llamadas, emails, con posibles planes de mudanza y con varios detalles tal vez anecdóticos pero molestos e hirientes. Y eso, os puedo asegurar, cansa. Claro que "la peque" es importante, eso no hay que ponerlo en duda. Pero hay otra niña en esta familia, y otros adultos, y otros coches que llevar al taller, y otras citas médicas, y otras presiones laborales, y se juntan muchas cosas.

Yo entiendo que la madre de "la peque" pida responsabilidades al padre, y entiendo que mi marido debe estar ahí, para eso es el padre. Pero bueno, la coparentalidad es lo que tiene. El compromiso y la responsabilidad, a veces, agotan.

Pero lo que más agota es que, después de demostrar cada día que eres un padre involucrado, flexible, colaborador, respetuoso, te griten en la puerta de su casa un día cualquiera en un "intercambio" de la peque: "la niña es mía, en un 95%!!!!!!!!!!!". Y se quede tan pancha. Uff!!! Cómo le gustan a esta mujer los títulos de propiedad!

Y me cansa a mí, por que él ya no tiene ni fuerzas para enfadarse. Os reconozco que a mí me tiene totalmente agotada, y eso que no soy quien debe hacer encaje de bolillos para acomodar la necesidades de todos y siempre andar con pies de plomo para no perderse nada de "la peque" porque corre el riesgo de ser acusado de mal padre.

Menos mal que el cansancio no nos ha quitado aún las ganas de estar juntos, de reir, de abrazarnos, de tocarnos, de construir familia. Si eso llegara a ocurrir habré perdido la batalla. Hasta entonces, aquí seguimos.