25 de abril de 2012

Valentía



"Ha muerto papá". Esto es lo que tuvo que decir ayer una querida amiga y compañera a su hijo de cuatro años. Su padre era joven, divertido, tierno y cariñoso, hacía animalitos con servilletas de bar conquistando el corazón de niños y mayores.

Tenía cáncer y nunca llego a ver la obra de fin de curso que su pequeño preparaba en el cole. Su otra hija tiene tres meses y ni siquiera tendrá el recuerdo de su papi.

Su novia de siempre, madre de sus hijos, compañera inseparable en la salud y en la enfermedad, se queda sola con los dos niños. Cómo afrontar una situación así? Qué se le cuenta a niños tan pequeños sobre la enfermedad, sobre la muerte?

Han  hablado con familiares y amigos. "Dile que su papi se ha ido de viaje, ya se acostumbrará a la ausencia"; "Cuéntale que su padre le mira desde el cielo"; " No le digas nada, al menos hasta que te  pregunte". Pero los especialistas les aconsejaron que debían afrontar la realidad y ser honestos con los niños. Los niños son pequeños, pero no son bobos y se dan cuenta de las cosas.

Su padre era un tipo valiente y decidió que su hijo no viviría una farsa. Vivió su muerte como vivió su vida. Con valentía y arrojo. Se despidió de su pequeño, "papá está enfermo y se va a morir". Le explicó lo mucho que le quería y la pena tan grande que sentía por no poder compartir con él las cosas maravillosas que la vida le preparaba. Su hijo lloró, aún llora. No entiende todo lo que la muerte le quita pero no tiene dudas sobre el amor que su padre les tiene.

Hay que llorar la pérdida, hay que sufrir el duelo. Pero sólo con la verdad se puede afrontar la vida y superar la muerte.

No sé si yo hubiera sido tan valiente. Y tú, qué hubieras hecho?

Este post es para ti, amigo! Gracias por demostrarnos hasta el final la importancia de la honestidad, la ternura y la coherencia.

20 de abril de 2012

Consulte a su medico o farmacéutico


Ayer estuve de nuevo en el pediatra con la bebé. Nada grave, ya se sabe, cosas de niños. El típico catarro primaveral de niña de guardería. Me resistía a llevarla al pediatra. Desde que nació ya he perdido la cuenta de cuántas veces hemos ido al médico. Y eso que es una niña sana, que come bien y siempre está de buen humor! Pero entre las visitas de las que llaman "de niño sano", las vacunas, las dermatitis, alergias, conjuntivitis, toses y mocos… Mi marido se ríe y dice que le vergüenza ir otra vez…que la final soy la típica mamá pesada que durante años he dicho que no sería… Él es más de "dale flumil" y listo!

Vale, lo acepto soy una mamá pesada, pero es que mi pobre bebé tiene mucha tos y unos mocos terribles….y no duerme…y claro si no duerme ella tampoco duermo yo… y ya llevamos tres noches así…

(Hay que decir que mi querido marido lleva toda la semana fuera de la ciudad por trabajo. Pobrecito, nos echa tanto de menos…qué penita me da…duerme bien, tiene tiempo para tomar una cervecita al acabar el día… con lo que le gustaría estar aspirando moquitos con este aparato infernal).

No soy tan fuerte como pensaba y la insistencia de mi madre pesa como una losa. "Mira, que te lo digo otra vez, y no es por insistir, pero yo la llevaría al pediatra", "que se le va a agarrar al pecho y luego es peor", "tú escucha a tu madre que tiene más experiencia"…

Además no me gusta medicar al bebé así, sin más, bajo mi criterio. Y es que yo no tengo criterio, soy madre primeriza y no calculo bien la intensidad de la tos, ni la dimensión verdosa de los mocos de mi hija.

Al final cedí a la presión y me planté de nuevo en le pediatra.

Efectivamente la cosa no revestía mayores problemas y casi tuve la impresión que el médico me decía que para esto no hace falta venir.

Diagnóstico: catarro de vías altas.
Tratamiento: flumil (cuando lo dijo en mi mente veía a mi marido reírse y decirme: "ves, te podías haber ahorrado un viaje") y una gotitas para evitar la tos nocturna.

Como de flumil tenemos reservas para los próximos diez años (su padre se lo enchufa "la peque" en cuanto tiene la ocasión), bajo a la farmacia presurosa a comprar las gotitas. Al menos el médico le ha mandado algo que antes no sabíamos. "Menos mal que he ido" pienso ingenua de mí. 

Como soy una cumplidora de normas, nadie se extrañará si confieso que soy de las que se leen los prospectos. No sé para qué, la verdad. Debe ser porque tengo una hermana farmacéutica y valoro su trabajo y sus años de estudio hasta la madrugada.

Leo claramente que la gotas no se deben administrar a menores de 2 años. Y entonces, qué hago? Pues consulto con mi farmacéutico (como nos dice el anuncio), es decir, en mi caso, llamo a mi hermana. Le cuento la discrepancia y me dice "ya, pasa a veces, si lo dice el médico.."

Y yo continúo "si lo dice el médico, qué?

"Pues eso, que le hagas caso a él"

"Entonces, paso de los prospectos?"

"Bueno mujer, yo no he dicho eso, siempre debes leerlos y seguir sus indicaciones"

Pues vaya confusión. Yo consulto a mi médico y a mi farmacéutico y se contradicen.

Al final, voy a optar por la automedicación, que es lo que dicen que no hay que hacer, pero que parece ser lo más razonable.

16 de abril de 2012

Benditas vacaciones



La pasada Semana Santa nos hemos ido de vacaciones los cuatro juntos. Vacaciones de verdad, nada de casa de los abuelos.

Qué puedo contar, he sobrevivido, que no es poco… eso sí, todavía hay ropa sucia y cansancio acumulados. Benditas vacaciones!!

Comenzaron las negociaciones entre los padres sobre a quién le corresponde estar con "la peque" y qué días hace ya meses. La madre de "la peque" ha convertido la queja en deporte nacional y  busca razones donde no las hay para desquiciarnos a todos. Claro!! Ella no tiene planes y no quiere que nadie disfrute, parece que se ahoga si los demás son felices.

Al final no podemos viajar hasta el jueves santo.

Bueno, cuatro días no es una semana, pero es mejor que nada. Después de algo de terapia, una buena dosis de optimismo y horas de yoga, me digo, que sí, que merece la pena irnos de jueves a domingo con dos niñas, la maxi-cosi, el carrito, los ositos de peluche asomando por la mochila y  las maletas a rebosar de ropa de todos los colores y tipos. La lluvia tampoco se ha puesto de nuestra parte, así que viajamos con paraguas, abrigos, bikinis, sandalias, calcetines de montaña, gorros, toallas de playa…vamos, hasta los topes!!

Un día de ida, otro de vuelta, una compañía low cost y una operación logística similar a la que deben llevar a cabo los ejércitos no me desalienta…dos días de paz, los cuatro juntos, lejos de nuestra rutina habitual bien lo valen…

Llegamos al aeropuerto para desgracia de muchos con todo nuestro despliegue de medios. Somos esos tras de los que nadie se quiere poner para hacer el check-in porque tardamos dos horas. Entre las varias maletas, el carrito del bebé y pasaportes con apellidos que no coinciden entre las niñas nos tiramos nuestra media horita delante del mostrador.

Más liberados ya procedemos al control de pasaportes…uff (primer suspiro de la mañana)!!! Esto si que es horrible, el ipad, el mechero, las monedas, los cinturones…vale, lo saco todo y ya está. Pero ahora llevamos el agua para el bibi, los potitos,…y la señorita de la seguridad no hace la vista gorda por nada… mujer que estamos agobiados y llevamos dos niñas!!! Pues nada. Que hay que desmontar todo y pasarlo por el escáner.

Yo voy a la cabeza del grupo, mi marido al final, cerrando el grupo, como el coche escoba en las carreras de bicis, cuidando que no nos dejemos nada ni nadie perdido por ahí.

Primero paso yo, luego vuelvo a recoger a la bebé. Luego pasamos las dos juntas. Ufff (ya voy por el segundo suspiro de la mañana) y todavía queda la mitad de la familia…la cola comienza a espesarse y la señorita del control sigue cumpliendo las normas a rajatabla. Para suavizar algo la cosa se dirige a "la peque" y le dice: "y ahora bonita pasas tú con tu madre".

Menuda ocurrencia. No sabe la pobre que en lugar de agilizar el proceso lo va a dilatar!!! "La peque", tranquila pero determinada, le dice" ya, pero es que ella no es mi madre"…

"Uyy, pues perdona" dice mirándome a mí.

"Nada, nada, mujer, no se ruborice que no pasa nada", contesto ligera yo. No es la primera vez que nos pasa y ya estoy acostumbrada.  Tampoco tenemos que explicarle a todo el mundo nuestras tribulaciones familiares, no?

Cojo a "la peque" de la mano con una sonrisa y cruzamos el arco de seguridad. Pasamos las tres juntas y esperamos a papá al otro lado (que el pobre está ya sudando y sigue intentando plegar el carrito).

Ya queda menos para llegar…pero qué digo, si aún no hemos llegado ni a la puerta de embarque... se me cruza un pensamiento: debería darme la vuelta y volver a casa?

Nos subimos al avión. Despegamos. "La peque" no tiene ipad, ni juegos, ni libros, mira por la ventana las nubes blancas y negras que dejamos atrás. Aún está encendida la señal de prohibido desabrocharse los cinturones.

Nos mira y dice "me gustaría tener una mamá y un papá corrientes"…

Estamos atrapados, no hay escapatoria, hay que afrontar la conversación.

Su padre le dice: "cariño, qué es ser corriente?"

"Pues eso" contesta ella "que os queráis"

Su padre continúa "nosotros nos queremos" (dice mirándome a mí)

"Ya pero lo que yo digo es que tú y mamá os queráis"….


Uff (tercer suspiro de la mañana) y yo que pensaba que serían unos días fáciles….

12 de abril de 2012

Es un chico normal, qué raro, no?


Hace ya unas semanas que mi amiga del alma (una de esas amigas que están siempre ahí aunque no las veas y que tuve la suerte de encontrar en la multitud de la vida universitaria) me dice por teléfono: "pues eso… que somos pareja, bueno, que salimos… bueno que no sé cómo decirlo porque hace ya mucho tiempo que no me pasaba…".

Para poneros en antecedentes os diré que Eva siempre vive intensamente, quiere mucho y quiere pronto, a veces demasiado. Tuvo un hijo con un hombre que nunca se ocupó de ella, tampoco de su bebé. Tan sólo desapareció al saber del embarazo y ya está. Hace ya más de tres años de esto y Eva siguió para adelante con dignidad, valentía y alegría.

Ray nunca ha recibido de su padre una pensión alimenticia, ni una llamada por su cumple, ni un regalito por navidad, ni nada de nada… Gracias a este tipo de hombres innombrables el resto de padres, buenos padres, tienen que vivir bajo la presión de tener que demostrar día tras día y hora tras hora que no van a desaparecer, que quieren a sus hijos, que son responsables… algo que se nos presupone a la madres tan sólo por parir…pero este es otro tema y no me quiero desviar.

Ser mujer de treinta y tantos con un hijo pequeño no debería ser un problema para encontrar pareja, pero a veces lo es. Los hombres se sienten abrumados, superados, desatendidos, y no sé que otro montón de cosas y no son capaces de comprometerse con una situación así. Pero tras años de soledad compartida a medias con hombres que van y vienen y se inventan excusas de lo más divertidas y variopintas (a uno le surgió un negocio en México de un día para otro y ya no volvió, otro le contó una milonga sobre que no es su momento para salir con alguien y salió a los pocos días con su compañera de trabajo, y cosas así), por fin aparece Saúl.

"Es normal", me dice Eva. "me llama cuando dice que va a llamarme, salimos a merendar con Ray, vemos una peli… es raro, no?".

Y es que lo normal se convierte en raro cuando estás acostumbrada a promesas incumplidas.

Ahora pasan tiempo los tres juntos. Se están acostumbrando a la nueva vida. Todos tienen que aprender. Todos tienen que adaptarse. Todos tienen que abrir su corazón y compartir. Y en eso están.

Saúl tendrá que mimar a su chica y a su hijo, cuidar que no se les resfríe el corazón, poner velitas para una cena a dos, ver pelis de Disney, jugar al tragabolas (yo les regalé este clásico de los juguetes y a Ray le encanta), y meter en el carrito de la compra los phoskitos que hace ya décadas que no compra. Tiene que ganarse un papel en la vida de Eva y Ray. Con Eva parece que lo está haciendo bien porque la tiene "en el bote". Y con Ray tiene que lidiar, y tendrá por mucho años me temo, con cuestiones anecdóticas y cuestiones de principios: si le ayudo con los deberes o me limito a jugar al fútbol en el parque; si le enseño a poner la mesa o mejor dejo que sea su madre quien ponga las reglas; y un largo etcétera.

Desde mi experiencia creo que para que salga bien no vale mirar desde la barrera, hay que involucrarse y ganarse un papel con los hijos de tu pareja. Sin imposiciones y con mucho cariño, con diálogo y juegos. Pero hay que estar presente.

Y ahí Eva tendrá, si quiere, que darle un hueco. Eva tendrá que aprender a compartir a su hijo, a aceptar que sus macarrones con tomate ya no sean los mejores del mundo, a que prefiera jugar con Saúl a los coches de carrera. Para Eva también es una lección de amor.

Para Ray…bueno Ray es aún muy pequeño y ya nos irá demostrando a todos cómo asume la nueva situación. Pero conozco su corazoncito y estoy segura que sabrá querer y ser querido. Que ve la sonrisa de su mami e intuye la felicidad en su piel y que comprende que tres es un número mucho mejor que dos para jugar al parchis.

En fín, ya lo irán descubriendo. Y yo espero estar ahí para vivirlo con ellos.